Читать книгу «Objetivo Principal» онлайн полностью📖 — Джека Марса — MyBook.
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Los edificios bajos de la base aérea y la torre de control de vuelo se encogieron ante el asombroso telón de fondo de las montañas cubiertas de nieve. Cuando Luke miró por la compuerta, dos aviones de combate despegaron a medio kilómetro de distancia, el rugido de sus motores era casi ensordecedor. Un momento después, los jets rompieron la barrera del sonido en algún lugar en la distancia. Los despegues fueron ruidosos, pero los estallidos sónicos fueron silenciados por el viento a gran altura.

El motor del helicóptero cobró vida. Las hélices del rotor empezaron a girar, al principio lentamente, luego con una velocidad creciente. Luke miró a lo largo de la línea. Diez hombres con monos y cascos, sin incluirse a sí mismo, estaban revisando y repasando compulsivamente su equipo. El duodécimo, el Teniente Coronel Heath, estaba recostado en la cabina, en la parte delantera del helicóptero, hablando con los pilotos.

—Te lo estoy diciendo, Stone, —dijo Martínez.

—Te he oído la primera vez, Martínez.

—La buena suerte no dura para siempre, tío, los buenos días se acaban.

—No me preocupo porque, en mi caso, no es suerte, —dijo Wayne. —Es habilidad.

Martínez se burló de eso.

—¿Un gran bastardo gordo como tú? Tienes suerte cada vez que una bala no te atraviesa. Eres la cosa más grande y lenta que hay aquí.

Luke reprimió una carcajada y volvió a centrarse en su equipo. Sus armas incluían un rifle de asalto HK416 y un MP5 para peleas cuerpo a cuerpo. Las armas estaban cargadas y tenía munición adicional metida en los bolsillos. Tenía una pistola SIG P226, cuatro granadas, una herramienta para cortar y romper y unas gafas de visión nocturna. Este dispositivo de visión nocturna en particular era el GPNVG-18, mucho más avanzado y con un campo de visión mucho más amplio que las gafas de visión nocturna estándar que se ofrecían a los típicos militares.

Estaba listo para la fiesta.

Luke sintió que el helicóptero despegaba. Miró hacia arriba, estaban en movimiento. A su izquierda, vio el segundo helicóptero, también dejando su plataforma.

—Vosotros dos sois los hombres vivos más afortunados, en lo que a mí respecta, —dijo.

—¿Ah, sí? —dijo Martínez. —¿Eso por qué?

Luke se encogió de hombros y sonrió. —Estás montando conmigo.

* * *

El helicóptero voló bajo y rápido.

Las colinas rocosas zumbaban debajo de ellos, tal vez sesenta metros más abajo, casi lo suficientemente cerca como para tocarlas. Luke observó la profunda oscuridad a través de la ventana. Supuso que se estaban moviendo a más de cien kilómetros por hora.

La noche era negra y volaban sin luces. Ni siquiera podía ver el segundo helicóptero ahí fuera.

Parpadeó y, en su lugar, vio a Rebecca. Ella sí era algo que merecía la pena contemplar. No tanto por los detalles físicos de su rostro y su cuerpo, que eran realmente hermosos, sino por su esencia. En los años que habían estado juntos, él había llegado a ver más allá de lo físico. Pero el tiempo pasaba muy rápido. La última vez que la vio, ¿cuándo fue eso, hace dos meses? Su embarazo acababa de empezar a notarse.

Necesito volver.

Luke miró hacia abajo, a su MP5, que estaba sobre su regazo. Por una fracción de segundo, casi parecía estar viva, como si de repente decidiera comenzar a disparar por su cuenta. ¿Qué estaba haciendo con esta cosa? Tenía un hijo en camino.

—¡Caballeros! —gritó una voz. Luke casi se salió de su cuerpo. Levantó la vista y Heath se paró frente al grupo. —Nos acercamos al objetivo, tiempo estimado unos diez minutos aproximadamente. Acabo de recibir un informe de la base. Los fuertes vientos han levantado un montón de polvo, nos vamos a encontrar con un poco de mal tiempo desde aquí hasta el objetivo.

—Fantástico —dijo Martínez. Miró a Luke, con ojos significativos.

—¿Qué se supone que significa eso, Martínez? —dijo Heath.

—¡Me encanta el clima, señor! —gritó Martínez.

—¿Ah, sí? —dijo Heath. —¿Y eso por qué?

—Aumenta el peligro hasta doce veces. Hace la vida más emocionante.

Heath asintió. —Buen chico. ¿Quieres emoción? Pues parece que podríamos estar aterrizando en condiciones cero-cero.

A Luke no le gustó cómo sonaba eso. Cero-cero significaba cero cielo, cero visibilidad. Los pilotos se verían obligados a dejar que el sistema de navegación del helicóptero les hiciera el avistamiento. Eso estaba bien, lo peor era el polvo. Aquí, en Afganistán, era tan fino que fluía casi como el agua. Podía aparecer a través de las grietas más pequeñas. Podía entrar en los engranajes y en las armas. Las nubes de polvo podían causar apagones, ocultando por completo cualquier obstáculo hostil, que pudiera estar esperando en la zona de aterrizaje.

Las tormentas de polvo acechaban las pesadillas de cada soldado aerotransportado en Afganistán.

Como si fuera una señal, el helicóptero se estremeció y recibió un golpe de viento lateral. Y así, se metieron de lleno dentro de la tormenta de polvo. El sonido fuera del helicóptero cambió; hacía un momento, todo lo que se podía oír era el fuerte zumbido de los rotores y el rugido del viento. Ahora, el sonido del polvo arremolinándose y golpeando el exterior del helicóptero competía con los otros dos sonidos. Sonaba casi como la lluvia.

—¡Informe del polvo! —gritó Heath.

Los hombres estaban en las ventanas, mirando hacia fuera, a la nube que echaba chispas.

—¡Polvo en la rueda de la cola! —gritó alguien.

—¡Polvo en la compuerta de carga! —dijo Martínez.

—¡Polvo en el equipo de aterrizaje!

—¡Polvo en la puerta de la cabina!

En segundos, el helicóptero fue engullido. Heath repitió cada intervención en sus auriculares. Ahora estaban volando a ciegas, el helicóptero atravesaba un cielo espeso y oscuro.

Luke se quedó mirando la arena que golpeaba las ventanas. Era difícil creer que todavía estuvieran en el aire.

Heath se llevó una mano al casco.

—Pirata 2, Pirata 2… sí, copia. Adelante, Pirata 2.

Heath tuvo contacto por radio con el otro equipo de la misión, por dentro de su casco. Al parecer, el segundo helicóptero lo estaba llamando por la tormenta.

El escuchó.

—Negativo a lo de regresar a la base, Pirata 2. Continua según lo planeado.

Los ojos de Martínez se encontraron con los de Luke de nuevo. Sacudió la cabeza. El helicóptero se sacudió y se bamboleó. Luke miró a los hombres en línea. Eran luchadores endurecidos, pero ninguno de ellos parecía ansioso por continuar esta misión.

—Negativo el aterrizaje forzoso, Pirata 2. Te necesitamos en esto...

Heath se detuvo y escuchó de nuevo.

—¿Mayday? ¿Ya?

Esperó. Ahora miraba a Luke, sus ojos eran estrechos y duros. No parecía asustado, parecía frustrado.

—Los he perdido. Ese era nuestro apoyo. ¿Alguno de vosotros puede verlos ahí fuera?

Martínez miró por la ventana. Gruñó. Ya ni siquiera era de noche. No había nada que ver fuera, sólo polvo marrón.

—Pirata 2, Pirata 2, ¿me recibes? —dijo Heath.

Esperó un momento.

—Adelante, Pirata 2. Pirata 2, Pirata 2.

Heath hizo una pausa. Ahora escuchaba.

—Pirata 2, informe de estado. Estado…

Sacudió la cabeza y miró a Luke de nuevo.

—Se han estrellado.

Escuchó de nuevo. —Sólo lesiones menores. Helicóptero desactivado, motores muertos.

De repente, Heath golpeó la pared cerca de su cabeza.

—¡Maldita sea!

Miró a Luke. —Hijo de puta. Los muy cobardes, han abandonado. Sé que lo han hecho. Qué casualidad que sus instrumentos han fallado, se han perdido en la tormenta y se han estrellado a siete kilómetros de un campamento de la División de la Décima Montaña. Qué oportuno, van a caminar hasta allí.

Hizo una pausa. Se le escapó un suspiro. —¿No es el colmo? Nunca pensé que vería a una unidad de Fuerzas Delta hacer “DD” en una misión.

Luke lo miró. Las siglas DD corresponden a done deal. Significaba desaparecer, esconderse, retirarse. Heath sospechaba que los del Pirata 2 pusieron fin a la operación por su cuenta. Tal vez lo habían hecho, tal vez no. Pero podría estar en lo cierto.

—Señor, creo que deberíamos dar la vuelta —dijo Luke. O tal vez deberíamos aterrizar. No tenemos unidad de apoyo y creo que nunca he visto una tormenta...

Heath negó con la cabeza. —Negativo, Stone. Continuamos con unas pequeñas modificaciones: un equipo de seis hombres asalta la casa y otro equipo de seis hombres contiene los alrededores.

—Señor, con el debido respeto, ¿cómo va a aterrizar y despegar de nuevo este helicóptero?

—No hay aterrizaje —dijo Heath. —Nos vamos a deslizar por una la cuerda hacia abajo. Entonces el helicóptero podrá volar en vertical y encontrar la parte más alta de esta tormenta, dondequiera que esté. Podrán volver cuando tengamos el objetivo asegurado.

—Morgan... —comenzó Luke, dirigiéndose a su oficial superior por su nombre de pila, una concesión que sólo podría permitirse en algunos lugares, uno de ellos las Fuerzas Delta.

Heath negó con la cabeza. —No, Stone, quiero a al-Jihadi y voy a cogerlo. Esta tormenta duplica nuestro elemento sorpresa: nunca se esperarán que salgamos del cielo en una noche como esta. Recuerde mis palabras, vamos a ser leyendas después de esto.

Hizo una pausa, mirando directamente a los ojos de Stone. —Tiempo estimado cinco minutos. Asegúrese de tener listos a sus hombres, Sargento.

* * *

—Está bien, está bien —gritó Luke sobre el rugido de los motores, las hélices del helicóptero y la arena que chocaba contra las ventanas.

—¡Escuchad! —las dos líneas de hombres lo miraban fijamente, con sus trajes y cascos, con las armas listas. Heath lo miraba desde el otro extremo. Eran los hombres de Luke y Heath lo sabía. Sin el liderazgo y la cooperación de Luke, Heath podría tener rápidamente un motín encima. Durante una fracción de segundo, Luke recordó lo que Don había dicho:

Solíamos llamarlo Capitán Ahab.

—El plan de la misión ha cambiado. Pirata 2 está jodido cien por cien. Pasamos al Plan B. Martínez, Hendricks, Colley, Simmons. Venís conmigo y con el Teniente Coronel Heath, somos el Equipo A. Nos meteremos en la casa, eliminaremos cualquier oposición, identificaremos el objetivo y lo eliminaremos. Nos vamos a mover muy rápido, así que estad preparados, ¿entendido?

Martínez, como siempre: —Stone, ¿cómo planeas hacer de esto un asalto de doce hombres? Es uno de veinticuatro hombres...

Luke lo miró fijamente. —He dicho: ¿entendido?

Varios gruñidos y murmuraciones indicaron que lo entendían.

—Nadie se nos resistirá —dijo Luke. —Si alguien dispara, o siquiera enseña un arma, están fuera de juego. ¿Copia?

Miró por las ventanas. El helicóptero luchaba a través de una tormenta de mierda marrón, moviéndose rápido, pero muy por debajo de su velocidad máxima. La visibilidad de ahí fuera era cero, menos que cero. El helicóptero se estremeció y se sacudió como confirmando esa evaluación.

—Copia —dijeron los hombres a su alrededor. —Entendido.

—Packard, Hastings, Morrison, Dobbs, Murphy, Bailey. Vosotros sois el Equipo B. Equipo B, nos apoyáis y nos cubrís. Cuando bajemos, dos de vosotros protegéis el lugar de aterrizaje, dos controláis el perímetro cerca de las compuertas. Cuando entremos, dos avanzan y protegen el frente de la casa. También seréis los últimos hombres en salir. Agudizad los ojos, andaos con cuidado. Nadie se mueve contra nosotros. Eliminad toda resistencia, cualquier enemigo posible. Este lugar está destinado a ponerse más caliente que el infierno. Vuestro trabajo es enfriarlo.

Los miró a todos.

—¿Os ha quedado claro?

Le siguió un coro de voces, cada una de diferente profundidad y timbre.

—Claro.

—Claro.

—Claro.

Luke se agachó en la bodega de la tropa. Sintió ese conocido hilo de miedo, de adrenalina, de emoción. Se había tragado una Dexedrina justo después del despegue y estaba empezando a surtir efecto. De repente se sentía más agudo y más alerta que antes.

Conocía los efectos de la droga. Su ritmo cardíaco aumentaba, sus pupilas se dilataban, dejaban entrar más luz y mejoraban su visión. Su audición era más aguda, tenía más energía, más resistencia y podía permanecer despierto durante mucho tiempo.

Los hombres de Luke se sentaban en el filo de sus bancos, los ojos puestos en él. Sus pensamientos iban por delante de su capacidad para hablar.

—Niños —dijo. —Tened cuidado. Sabemos que hay mujeres y niños en el complejo, algunos de ellos familiares del objetivo. No vamos a disparar a mujeres y niños esta noche. ¿Copia?

Voces resignadas respondieron.

—Entendido.

—Copia.

Era inevitable en estas incursiones, el objetivo siempre vivía entre mujeres y niños. Las misiones siempre ocurrían de noche. Siempre había confusión, los niños tendían a hacer cosas impredecibles. Luke había visto a hombres dudar si matar a niños y luego pagar el precio, cuando los niños resultaban ser soldados que no dudaban en matarlos a ellos. Para empeorar las cosas, sus compañeros de equipo luego matarían a los niños soldados, diez segundos demasiado tarde.

La gente moría en la guerra. Morían repentinamente y con frecuencia por las razones más extravagantes, como no querer matar niños, que morían un minuto más tarde de todos modos.

—Dicho esto, no muráis ahí fuera esta noche. Y no dejéis morir a vuestros hermanos.

El helicóptero siguió avanzando, pasando a través de la oscuridad, que bufaba y chillaba. El cuerpo de Luke se mecía y rebotaba con el helicóptero. Fuera, había suciedad y arena volando alrededor de ellos. Estarían ahí fuera en unos momentos a partir de ahora.

—Si cogemos a estos tipos durmiendo, podríamos tener las cosas fáciles. Seguro que no nos esperan esta noche. Quiero dejarme caer, atrapar al objetivo en diez minutos y subir de nuevo en quince minutos.

El helicóptero se mecía y se sacudía; luchaba por permanecer en el aire.

Luke hizo una pausa y cogió aire.

—¡No dudéis! Tomad la iniciativa y mantenedla. Presionadlos y apretadlos. Haced que tengan miedo, haced las cosas con naturalidad.

Esto después de decirles que vigilaran a los niños. Estaba enviando mensajes contradictorios, lo sabía. Tenía que ceñirse al guión, pero era difícil. Una noche oscura, una tormenta de polvo perturbadora, un helicóptero que se había venido abajo antes de que comenzara la misión y un oficial al mando que no daría media vuelta.

Un pensamiento pasó por su mente, rápido como un láser, tan rápido que casi no lo reconoció.

Abortar. Abortar esta misión.

Miró a las dos líneas de hombres. Ellos le devolvieron la mirada. El entusiasmo normal que estos tipos mostraban estaba ausente. Un montón de pares de ojos miraban por las ventanas.

La arena se esparcía contra el helicóptero. Era como si el helicóptero fuera un submarino bajo el agua, excepto que el agua estaba hecha de polvo.

Luke podía abortar la misión, podía anular a Heath. Estos tipos le seguirían por encima de Heath; eran sus hombres, no los de Heath. La recompensa sería el infierno, por supuesto. Heath iría a por él y Don trataría de proteger a Luke.

Pero Don sería un civil.

Los cargos serían, en el mejor de los casos, una insubordinación y, en el peor, un motín. Un juicio militar estaba prácticamente garantizado. Luke conocía los precedentes: una orden lunática y suicida no era necesariamente una orden ilegal. Perdería cualquier caso de juicio militar.

Seguía mirando a los hombres. Todavía lo estaban mirando. Podía verlo en sus ojos, o pensaba que podía:

Cancélalo.

Luke se sacó eso de la cabeza.

Miró a Wayne. Wayne arqueó las cejas y se encogió de hombros.

Depende de ti.

—Está bien, muchachos —dijo Luke. —Golpead fuerte y rápido esta noche, sin perder el tiempo. Entramos, hacemos nuestro trabajo y volvemos a salir. Confiad en mí, esto no dolerá mucho.

...
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